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lunes, 29 de abril de 2013

[Apuntes de Filosofía] NIETZSCHE. Noción III: EL ARTE TRÁGICO Y LO DIONISÍACO

El arte debe ser algo trágico. Es una representación de la vida en toda su plenitud y, por lo tanto, debe responder a los impulsos naturales, a las pasiones, a los deseos, a la voluntad de poder a través de la creación… La imagen descrita por la obra de arte es mucho más fiel a la realidad que la recogida en los conceptos, ya que la obra de arte es dinámica mientras que los conceptos son estáticos. Además, la obra de arte lo muestra todo mientras que los conceptos tan sólo se fijan en aquello que la razón considera verdadero. Mediante el arte podemos destruir los conceptos para sacar de ellos lo poco que queda de realidad y, así, liberarnos de su prisión. El arte, al quedar más allá de lo verdadero y de lo falso, estimula la vida y nos permite sentirla en toda su plenitud. 

La tragedia, para Nietzsche, es el movimiento propio de la vida y la naturaleza. Es contradicción, vida y muerte, salud y enfermedad, alegría y tristeza, razón y locura. Contrarios que luchan entre sí y, a la vez, forman parte de una misma unidad, de un mismo todo. Nietzsche entiende la realidad al modo de Heráclito: todo fluye en un continuo devenir donde los contrarios luchan entre sí como partes de una misma unidad. Por eso, el sentido de la vida es trágico: porque lo incluye todo, bueno y malo, reconociendo que es imposible que escapemos de ello. Sólo aceptando lo trágico seremos capaces de disfrutar de la vida en toda su plenitud. De lo contrario, nos veremos obligados a refugiarnos en la negación de la vida a la que nos conducen la metafísica y las religiones.

La esencia del arte está compuesta por dos fuerzas complementarias: lo dionisíaco y lo apolíneo. Dioniso es el dios del vino, la embriaguez, los instintos, la irracionalidad, los impulsos, las pasiones, el entusiasmo, la vida, la noche, el desorden, la fiesta, la pasión, la unión con la naturaleza… Y la tragedia, representada de manera artística en el teatro, sobre todo en las obras de Esquilo. La inspiración artística, entendida como un acto espontáneo de la voluntad de creación, también está relacionada con el espíritu dionisíaco. Así, el artista trágico es una especie de médium en cuyas palabras se manifiestan los dioses. Apolo, por su parte, representa la luz, la razón, el día, la sobriedad, el trabajo, la forma, la belleza, el orden, la simetría, la proporción, la armonía… Por eso es el Dios de las ciencias, la filosofía y las artes plásticas.

La tragedia es el arte de lo dionisíaco. En ella se representan las pasiones humanas, los actos irracionales, los vicios y las miserias de las personas. La tragedia produce un sentimiento de catarsis, de purificación, en quienes participan en ellas. Tanto los actores como los espectadores experimentan un fortalecimiento de su estado anímico tras contemplar el retrato de la vida en toda su plenitud, sin rechazar ninguno de los aspectos que componen la vida. El arte trágico, dionisíaco, contiene el auténtico espíritu de los antiguos griegos, quines comprendían la esencia de su existencia y disfrutaban de ella sin dejar nada de lado.

por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía
 
 

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