Fragmento 1:
He aquí, pues, que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos fuertes e intensas comúnmente son llamadas pensamientos o ideas; la otra especie carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un término o denominación general. Concedámosnos, pues, a nosotros mismos un poco de libertad, y llamémoslas impresiones, empleando este término en una acepción un poco distinta de la usual. Con el término impresión, pues, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos arriba mencionados.
Tema principal. División de nuestras percepciones (contenidos mentales) en dos clases: impresiones e ideas.
Tesis básicas y
relación entre ellas.
Impresiones: datos inmediatos de la experiencia, más intensas que las ideas.
Hay dos tipos: de sensación (experiencia externa, datos de los sentidos) y de
reflexión (experiencia interna, emociones y pasiones). Ideas: imágenes
atenuadas de las impresiones; menos intensas. Hay dos tipos: de memoria
(reproducen las impresiones) y de imaginación (formadas por asociación de ideas).
Fragmento 2:
Nada puede parecer, a primera vista, más ilimitado que el pensamiento del hombre que no sólo escapa a todo poder y autoridad humanos, sino que ni siquiera está encerrado dentro de los límites de la naturaleza y de la realidad. Formar monstruos y unir formas y apariencias incongruentes, no requiere de la imaginación más esfuerzo que el concebir objetos más naturales y familiares. Y mientras que el cuerpo está confinado a un planeta a lo largo del cual se arrastra con dolor y dificultad, el pensamiento, en un instante, puede transportarnos a las regiones más distantes del universo; o incluso más allá del universo, al caos ilimitado, donde según se cree, la naturaleza se halla en confusión total. Lo que nunca se vio o se ha oído contar, puede, sin embargo, concebirse. Nada está más allá del poder del pensamiento, salvo lo que implica contradicción absoluta.
Tema principal. Límites del
pensamiento humano: principio lógico de no contradicción.
Tesis básicas y
relación entre ellas.
Principio lógico de no contradicción aplicado a las relaciones de ideas (no
ofrecen información sobre el mundo; válido para el pensamiento racional o
deductivo). Principio de copia aplicado a las cuestiones de hecho (ofrecen
información sobre el mundo; válido para los datos que provienen de las
impresiones).
Fragmento 3:
Pero, aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada, encontraremos en un examen más detenido que, en realidad, está reducido a límites muy estrechos, y que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia. Cuando pensamos en una montaña de oro, unimos dos ideas compatibles: oro y montaña, que conocíamos previamente. Podemos representarnos un caballo virtuoso, pues de nuestra propia experiencia interna (feeling) podemos concebir la virtud, y ésta la podemos unir a la forma y figura de un caballo, que es un animal que nos es familiar. En resumen, todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa. La mezcla y composición de ésta corresponde sólo a nuestra mente y voluntad. 0, para expresarme en un lenguaje filosófico, todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas.
Tema principal. La experiencia
es el límite de nuestro pensamiento: todas nuestras ideas provienen de impresiones,
ya sean externas o internas. Esto se conoce como principio de copia.
Tesis básicas y
relación entre ellas.
Toda idea simple proviene de una impresión simple. Las impresiones complejas
también producen ideas complejas, pero no todas las ideas complejas tienen su
correspondiente impresión compleja: hay ideas complejas que producimos por
asociación de ideas simples (procedentes, éstas sí, de sus correspondientes
impresiones simples). Leyes de asociación entre ideas: 1) semejanza; 2)
contigüidad espacio-temporal; 3) relación de causa y efecto.
Fragmento 4:
Para demostrar esto, creo que serán suficientes los dos argumentos siguientes. Primero, cuando analizamos nuestros pensamientos o ideas, por muy compuestas o sublimes que sean, encontramos siempre que se resuelven en ideas tan simples como las copiadas de un sentimiento o estado de ánimo precedente. Incluso aquellas ideas que, a primera vista, parecen las más alejadas de este origen, resultan, tras un estudio más detenido, derivarse de él. La idea de Dios, en tanto que significa un ser infinitamente inteligente, sabio y bueno, surge al reflexionar sobre las operaciones de nuestra propia mente y al aumentar indefinidamente aquellas cualidades de bondad y sabiduría. Podemos dar a esta investigación la extensión que queramos, y seguiremos encontrando que toda idea que examinamos es copia de una impresión similar. Aquellos que quisieran afirmar que esta posición no es universalmente válida ni carente de excepción, tienen un solo y sencillo método de refutación: mostrar aquella idea que, en su opinión, no se deriva de esta fuente. Entonces nos correspondería, si queremos mantener nuestra doctrina, producir la impresión o percepción vivaz que le corresponde.
Tema principal. La experiencia
es el límite de nuestro pensamiento: todas nuestras ideas provienen de
impresiones, ya sean externas o internas. Esto se conoce como principio de
copia.
Tesis básicas y
relación entre ellas.
Toda idea procede de su correspondiente impresión. Primer argumento a favor del
principio de copia: nadie puede tener una idea que no tenga su correspondiente
impresión. Incluso las ideas complejas que no tienen su correspondiente
impresión compleja pueden analizarse en ideas simples que sí tienen sus correspondientes
impresiones simples.
Fragmento 5:
En segundo lugar, si se da el caso de que el hombre, a causa de algún defecto en sus órganos, no es capaz de alguna clase de sensación, encontramos siempre que es igualmente incapaz de las ideas correspondientes. Un ciego no puede formarse idea alguna de los colores, ni un hombre sordo de los sonidos. Devuélvase a cualquiera de estos dos el sentido que les falta; al abrir este nuevo cauce para sus sensaciones, se abre también un nuevo cauce para sus ideas y no encuentra dificultad alguna en concebir estos objetos. El caso es el mismo cuando el objeto capaz de excitar una sensación nunca ha sido aplicado al órgano. Un negro o un lapón no tienen noción alguna del gusto del vino. Y, aunque hay pocos o ningún ejemplo de una deficiencia de la mente que consistiera en que una persona nunca ha sentido y es enteramente incapaz de un sentimiento o pasión propios de su especie, sin embargo, encontramos que el mismo hecho tiene lugar en menor grado: un hombre de conducta moderada no puede hacerse idea del deseo inveterado de venganza o de crueldad, ni puede un corazón egoísta vislumbrar las cimas de la amistad y generosidad. Es fácil aceptar que otros seres pueden poseer muchas facultades (senses) que nosotros ni siquiera concebimos, puesto que las ideas de éstas nunca se nos han presentado de la única manera en que una idea puede tener acceso a la mente, a saber, por la experiencia inmediata (actual feeling) y la sensación.
Tema principal. La experiencia
es el límite de nuestro pensamiento: todas nuestras ideas provienen de
impresiones, ya sean externas o internas. Esto se conoce como principio de
copia.
Tesis básicas y
relación entre ellas.
Toda idea proviene de su correspondiente impresión. Segundo argumento a favor
del principio de copia (en tres partes): 1) ausencia de sentidos y ausencia de
las ideas correspondientes; 2) no hay ideas de objetos desconocidos; 3) no hay
ideas ni impresiones de aquellas sensaciones que sólo son percibidas por otras
especies, como los colores ultravioletas o infrarrojos.
por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía, Ciencias y Humanidades
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