A lo largo de esta entrada vamos
a intentar dar una visión general de casi todo lo que se ha dicho
sobre los “físicos de Mileto”. Debemos comenzar siendo conscientes de un par de
datos: en primer lugar nos encontramos en el Siglo VI a. n. e. y, por tanto,
han pasado más de 2500 años, y en segundo lugar no nos encontramos ante obras
completas, ni siquiera estamos seguros de la autoría de los distintos
fragmentos que poseemos. Al igual que pasara con Heráclito, de los tres
“físicos de Mileto” no conservamos más que fragmentos y “noticias” o
referencias de autores muy posteriores a su existencia.
Mileto era la gran polis helena
del siglo VI a. n. e. El comercio con las grandes civilizaciones de la
antigüedad, Egipto y Mesopotamia, hacía que el fluir de las mercancías y de las
ideas impregnara toda la sociedad.
Siguiendo a B. Farrington en su Ciencia y
filosofía en la antigüedad podemos afirmar que “la ciencia griega fue, por
lo tanto, la resultante de un rico humanismo, una cultura cosmopolita y una
emprendedora actividad mercantil”. De otra manera, podemos decir que la
mentalidad griega hizo posible que los conocimientos aprehendidos de las
grandes civilizaciones antiguas se trasmutasen en lo que debería llamarse un
par de siglos más tarde “filosofía”. ¿Por qué? Porque podemos suponer que no
sólo los griegos comerciaban con estas grandes civilizaciones sino que lo
harían otros muchos pueblos y, aun así, fue el pueblo griego el que desarrolló
esta nueva forma de aprehender el mundo.
El “milagro griego” que suele
aparecer en los libros de texto, por tanto, no parece tan espectacular si
tenemos en cuenta que posiblemente el pueblo griego es uno de los pueblos menos
“religiosos” de la antigüedad. ¿Qué queremos decir con menos “religiosos”?
Simplemente que lo que tenemos para conocer a sus dioses, además de los versos
de Hesíodo, es la Ilíada y la Odisea de Homero, dos grandes obras
poéticas donde se recogen muchos de los mitos y creencias de este pueblo, y que
muestran el afán prometeico de los hombres griegos por zafarse el yugo de los
dioses y ser quienes tracen su propio destino. Por un lado Aquiles elige morir
joven en el campo de batalla y, por otro, Ulises llegará a casa venciendo a
Poseidón. Esta mentalidad está bastante alejada de la de las culturas antiguas
en las que el conocimiento era privilegio de la casta sacerdotal, de los
iniciados, mientras que en los griegos no lo era de la misma forma.
Tres son los maestros que
Aristóteles llamó “fisiólogos”: Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Ordenados de
mayor a menor e intuyendo cierto magisterio, es decir, mostrándolos como
maestro y alumno sucesivamente, así Tales es maestro de Anaximandro y éste lo
es de Anaxímenes. La característica común de esta “escuela” es el hilozoísmo (idea por la que se piensa
que la naturaleza está viva), los tres no diferenciarán entre lo material y lo
inmaterial como dos sustancias distintas sino que irán estudiando la naturaleza
hasta encontrar esta sustancia primordial que llene el mundo y que posibilite
las cosas tal como son. Se preguntarán por el “principio” (arjhé) de la realidad, de la naturaleza (fisis). Paremos un momento y reflexionemos sobre algunos de los
términos que nos muestran estos filósofos. El arjhé que traducimos normalmente como “principio” significaría algo
así como “la pretensión de mencionar lo que siempre ya está”, como nos señala
Felipe Martínez Marzoa en su Historia
Antigua de la filsofía. La fisis
es otra palabra difícilmente traducible por “naturaleza” en el sentido que
acostumbramos, es algo así como el fluir del nacer y morir, brotar y perecer,
verano e invierno… En fin, la vida y su fluir. El logos es el nombre con el que los griegos designaban al decir (legein), y significa algo muy parecido a
“reunir en cuanto que reunir es separar” como señala Felipe Martínez Marzoa.
Con este inciso queremos hacer hincapié en el hecho de que los fragmentos de
que disponemos, además de escasos y de dudosa autoría, están elaborados en una
época en la que la diferencia entre una cosa y otra es de matiz. El significado
que los términos han ido adquiriendo a lo largo de los siglos está muy alejado
de este griego arcaico, en el que lo que es de tal modo lo es porque no es de
un modo diferente. Sin embrago, los conceptos tal y como los manejamos en la
actualidad podría asemejarse más al momento helenístico, tras Platón y
Aristóteles. Por este motivo, cuando más adelante digamos que “todo proviene
del agua”, según la hipótesis de Tales, no debemos juzgar con frialdad este
estado ingenuo del pensamiento. Sino haber comprendido que el esfuerzo que los
físicos de Mileto realizaron tiene una gran importancia dentro del desarrollo
intelectual humano. Fueron los primeros en desarrollar un sistema capaz de
explicar el mundo, su origen, su funcionamiento y su posible fin sin aludir a
fuerzas divinas, sino comprendiendo que la Naturaleza posee una esencia interna
que es capaz de hacerla de esta manera y acabar con ella misma. Tal vez sus
respuestas no nos parezcan muy convincentes, pero dieron los primeros pasos en
la elaboración de la argumentación racional. Veamos qué aportó cada uno por
separado y si podemos apreciar sus logros.
Tales de Mileto “es el primer
hombre griego que ofrece una explicación general de la naturaleza sin invocar
la ayuda de ningún poder sobrenatural" y que “expone su teoría como algo
propio y para justificarla recurre
únicamente a la experiencia de cada hombre, no exigiendo a nadie que la acepte
a menos que la encuentre verdadera”[i].
Ambas cosas son muy interesantes y debemos tenerlas muy en cuenta para valorar
correctamente la importancia de la existencia de Tales de Mileto, su teoría
mantenía que el principio o arjhé es
el agua. Por lo tanto, todo lo que hay en el mundo es fruto de ésta, de la
condensación o evaporación de la misma surgen todas las cosas. La tierra flota
sobre un mar de agua, y las estrellas y astros del cielo son el fuego que surge
tras la última evaporación del agua. Básicamente esta es la hipótesis
cosmológica de Tales por la cual un único elemento es causa de todo lo que hay
en la naturaleza. Que el arjhé es el agua
quiere decir que todo es agua en uno u otro estado sólida, líquida y gaseosa.
Pero lo más importante es que no hace falta nada más en su explicación, no se
recurre a lo sobrenatural para explicar esto. Tras observar los imanes y su atracción
de metales dedujo que “todo está lleno de dioses”. Esta máxima nos lleva por
un lado al hilozoísmo ingenuo en el que se establece o se dota de cierta “vida”
a la materia[ii], y por otro lado podemos
entenderla como el aviso del maestro a los discípulos, pues bien podría estar
haciendo alusión a la gravedad o importancia de lo que se dice y se investiga[iii].
Anaximandro, el paso fundamental
del este pensador en relación con su maestro fue la capacidad de abstracción
que demostró al presentar su arjhé
como el to apeirón, lo indefinido, lo
infinito. Ya no es una materia que podamos ver con los sentidos, sino que necesitaremos
de la inteligencia para conocer esta sustancia indefinida de la que surgirá
todo el universo conocido, desde el caos
hasta llegar al cosmos. Si Tales fue
el primero en no necesitar ningún poder sobrenatural, Anaximandro será el primero
en formular un sistema explicativo del
Universo como Cosmos. El apeirón, lo
infinito o indefinido, produce por sí mismo todo lo que podemos ver. Es algo “eterno”,
“infinito en cantidad” y “dotado de movimiento”. Es eterno porque siempre ha
existido y siempre existirá. Es infinito en cantidad para que el “devenir” del
mundo no cese. Y está dotado de movimiento, probablemente circular. He aquí una
intuición de nuestro autor que debemos remarcar. Este movimiento del que está
dotado nos hace ver la intuición de que alguna “fuerza” o “ley” gobernaba la
materia y hacía que este mundo, y cualesquiera otros que existirían
yuxtapuestos, sea como es y al final descanse nuevamente en él[iv].
Esto es que desde el caos inicial,
este movimiento del apeirón hace
nacer el universo ordenado que percibimos, el cosmos. Por supuesto soluciona el problema de Tales de la
flotabilidad de la tierra sobre el mar, la tierra para Anaximandro conserva su
posición por la “equidistancia de todas las cosas”[v]. Por
último, señalaremos la gran capacidad intuitiva de este pensador, más capaz que
su predecesor y su sucesor de un pensamiento abstracto, que también contribuyó
al esbozo de una suposición del “origen de las especies”. Para Anaximandro,
tras la observación en tierra firme de restos de conchas, fósiles marinos, y de
la inerme constitución humana le llevó a pensar que “los seres vivos nacieron
del agua cuando ésta fue evaporada por el Sol. El hombre, al principio, parecía
otro animal, concretamente un pez”[vi].
Ingeniosa intuición de un hombre 2.000 años antes que la expuesta por Darwin en
su famosa obra.
Anaxímenes es el último de este
trío tan peculiar en los albores del pensamiento occidental. Se nos presenta
como una síntesis de sus predecesores. Por un lado vuelve un paso atrás en la
definición del su arjhé, lo define
como el aire, aér, la bruma que según
los procesos de rarefacción y condensación van formando el mundo que conocemos.
Su cosmología no es tan “sólida” como la de Anaximandro y recuerda mucho al
maestro Tales, pero por otro lado conserva de aquél el haber elegido el único
elemento material que no es perceptible por la vista. Por tanto podemos decir
que su gran aportación está en ser inspirador de la corriente estoica en la que
el pneuma gobierna el mundo. El
concepto de psikhé, “que siendo aire,
nos rige”, es posiblemente lo más interesante que hemos recibido del menor de
los milesios. Pero sin duda psikhé,
que en un primer momento significó “soplo de aire”, después “aliento”, posteriormente,
“el principio vital del hombre”, y por último “el alma”[vii], no
es algo por lo que ningunear o infravalorar el esfuerzo de este pensador que,
como dijimos más arriba, será el inspirador del pneuma estoico.
[i] Ciencia y Filosofía en la Antigüedad. Benjamin Farrington. Ariel. Barcelona. 1986. Pg. 34.
[ii] Historia de la filosofía griega. Wilhelm Capelle. Gredos. Madrid.
1992. Pg. 22.
[iii] Historia antigua. Felipe Martínez Marzoa. Akal. Pg. 22.
[iv] “De allí mismo de donde
las cosas brotan, allí encuentran también su destrucción, conforme a la ley.
Pues ellas se pagan mutuamente expiación y penitencia por su injusticia,
conforme la ordenación del tiempo.” Historia
de la filosofía griega. Wilhelm Capelle. Gredos. Madrid. 1992. Pg. 29.
[v] “Anaximandro prescinde
audazmente de la necesidad de soporte. Su mundo se equilibra y permanece en su
sítio por obra de <la equidistancia de todas sus cosas>”. Ciencia y Filosofía en la Antigüedad. Benjamin
Farrington. Ariel. Barcelona. 1986. Pg. 36.
[vi] Ibídem. Pg 37.
[vii] Historia de la filosofía griega. Wilhelm Capelle. Gredos. Madrid.
1992. Pg. 30.
Estupenda aproximación a estos tres pensadores tan interesantes.
ResponderEliminarSi me lo permites, hago un apunte sobre Tales: ¿acaso no es el agua el principio del que surge la totalidad de la biosfera? Todos los seres vivos que hay en el planeta Tierra necesitan agua para vivir y contienen agua en mayor o menor medida. El agua sí es, por lo tanto, el principio del que surge toda la vida. Genial lucidez la que tuvieron estos primeros físicos...