lunes, 29 de abril de 2013

[Apuntes de Filosofía] NIETZSCHE. Noción II: LOS CONCEPTOS SUPREMOS Y EL CONCEPTO DE DIOS

La filosofía tradicional ha cometido dos errores fundamentales: el amor al egipticismo y la confusión entre lo último y lo primero. El egipticismo es la tendencia a elaborar conceptos definitivos y cerrados que se aceptan con el valor de una verdad absoluta. La confusión entre lo último y lo primero es la que concede a estos conceptos mayor realidad y verdad que a las experiencias del mundo que, en principio, representan. El resultado de esta doble tendencia es la metafísica; es decir, un mundo invertido, del revés, donde los conceptos no provienen de la experiencia sino que son entendidos como el origen primero, o modélico, del que proviene todo lo demás. Aunque comenzaron siendo un instrumento, los conceptos se han terminado convirtiendo en un fin. Además, han limitado la representación de la realidad a la forma del ser humano, ya que éste es quien los construye para someterlo todo a su propia medida.

Los conceptos supremos son los conceptos propios de la metafísica: ser, sustancia, unidad, causa, belleza, bien, verdad… La metafísica los presenta como lo auténticamente real, pero para Nietzsche sólo son el último humo de la realidad; es decir, lo que queda de la realidad cuando salimos de ella. Estos conceptos son invenciones creadas a partir de la experiencia, y no entidades reales. Inventamos los conceptos mediante la abstracción, y eso nos permite ordenar el mundo, ponerle límites y establecer islotes de estabilidad frente al cambio y el devenir.

Pero la realidad es devenir, cambio, aparecer y desaparecer… de manera que los conceptos, que permanecen estáticos, no pueden representar fielmente la realidad. Los conceptos son estériles para acceder a lo real, ya que su pretendido estatismo no es compatible con el movimiento que hay en las cosas reales. Los conceptos olvidan las diferencias que hay entre las experiencias que representan. En cambio, hay otras realizaciones humanas que, por su condición de imaginativas, flexibles, metafóricas… nos permiten ver la realidad con una claridad mayor que la ofrecida por los conceptos. Lo metafórico permanece abierto, susceptible al cambio y al movimiento, es adaptable a las condiciones que pueden ir surgiendo durante el proceso de experiencia y aprendizaje. Por eso las metáforas son más útiles que los conceptos, estáticos y cerrados, a la hora de acceder a lo real. Los conceptos momifican la realidad mientras que las metáforas la recrean en toda su vida y movimiento.

Por encima de todos los conceptos supremos está el concepto de Dios. Para la metafísica, éste es el concepto más real y perfecto de todos, un ens realissimun que es causa de sí mismo y de todo los demás. Es el único ser no creado y, por tanto, necesario (al contrario que sus criaturas, que tienen un carácter contingente). Pero para Nietzsche, este concepto tan sólo es una abstracción vacía, una ficción que representa lo contrario que la vida y que niega la inocencia del ser humano al juzgarlo por sus acciones. Dios es lo que impide al ser humano llegar a ser un superhombre, y sólo con su muerte (la superación del concepto de Dios) podrá llegar una nueva era. Dios se sitúa en el lado opuesto a la realidad, es lo menos real de todo, ya que tiene todos aquellos atributos que invierten la naturaleza de lo real: es increado, eterno, inmóvil, perfecto… el concepto más estático y absoluto (y, por lo tanto, el más falso) de todos los conceptos.

por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía

 

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