El cuerpo (cualquier cosa
material) es extensión: la extensión es su único atributo o esencia. Los modos
propios del cuerpo son fundamentalmente, la figura y el movimiento (y reposo).
Se acepta, por tanto, la subjetividad de las cualidades secundarias. Hay muchas
cosas que hacen que la percepción de los sentidos sea oscura y confusa. Pero
todo lo que percibimos clara y distintamente en las cosas corporales, lo
relativo a la extensión y el movimiento, están verdaderamente en los cuerpos.
La veracidad divina garantiza, lo que Galileo llamaba cualidades
primarias. Las cualidades secundarias no sabemos con qué se corresponden
exactamente, sólo sabemos que hay algo en los cuerpos que excita en nosotros
esas ideas. De este modo, Descartes geometriza el mundo corpóreo pues sus cualidades
pueden ser cuantificadas. Este es el mundo de la ciencia moderna.
Descartes emplea como sinónimos
las palabras substancia y cosa (res): la substancia es lo concreto existente,
lo propio de la substancia es la existencia, pero no cualquier forma de
existencia, sino la existencia completa: no necesita de nada más que de ella
misma para existir.
Descartes opera como los geómetras
al definir la substancia: construye la definición de un modo totalmente a
priori (como se construye la definición del círculo, por ejemplo), y no
considera que tenga que justificarla. De esta definición se seguirá que sólo
Dios es substancia, puesto que las criaturas necesitan de Dios para existir
(Dios da la existencia -y luego la conserva- a todas las criaturas). Pero una
substancia finita no necesita, para existir, de ninguna otra substancia finita:
el alma, por ejemplo, no necesita del cuerpo para existir; de aquí se sigue, el
dualismo cartesiano.
La relación que mantiene nuestra
alma o mente con nuestro propio cuerpo es una relación peculiar, distinta a la
que mantiene con el resto de los cuerpos. Nos dice que no podemos entender esta
relación como la que existe entre un piloto y su nave. La nave es algo exterior
al piloto por lo que el conocimiento de lo que ocurre en el barco lo tiene el
piloto como lo tiene del resto de cosas físicas. Sin embargo nosotros no
experimentamos nuestro cuerpo de la misma manera, pues las modificaciones que
éste sufre las sentimos “desde dentro”. Descartes habla de dos tipos de
sensaciones, las externas y las internas. Mediante las primeras captamos los
otros cuerpos (y el nuestro cuando nos vemos o nos oímos) mediante las internas
lo captamos “desde dentro”. Por eso nos dice que el alma se extiende a lo largo
de todo el cuerpo, aunque exista también un lugar privilegiado en donde parece
concentrarse y en donde propiamente conecta el alma y el cuerpo: el cerebro y
particularmente la glándula pineal. Descartes admite que el alma y el cuerpo se
relacionan causalmente (cambios en el cuerpo producen cambios en el alma,
cambios en el alma producen cambios en el cuerpo).
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