Dado el éxito del curso de Filosofía que celebramos en Semana Santa (días 14, 15 y 16 de Abril), así como también la cantidad de alumnos que finalmente se quedaron sin plaza, hemos decidido repetirlo de cara a la recta final de vuestra preparación para la prueba de Selectividad.
El formato y los contenidos serán los mismos que en la anterior ocasión, de modo que no recomendamos repetir matrícula a aquellos alumnos que ya lo cursaron en Semana Santa. Sí os lo recomendamos, en cambio, a todos aquellos que queráis preparar la Historia de la Filosofía para la prueba de Selectividad en las mejores condiciones posibles.
PROGRAMA del Curso:
Sábado 24 de Mayo. Hora: 10h-14h.
-PARTE TEÓRICA: la filosofía de Platón.
-PARTE PRÁCTICA: aspectos técnicos y formales de la prueba de Selectividad. Posibles itinerarios a seguir.
Sábado 31 de Mayo. Hora: 16h-20h.
-PARTE TEÓRICA: la filosofía de Descartes.
-PARTE PRÁCTICA: ejercicios de lectura y resumen de textos.
Sábado 7 de Junio. Hora: 10h-14h.
-PARTE TEÓRICA: la filosofía de Nietzsche.
-PARTE PRÁCTICA: cómo desarrollar la Contextualización.
Matrícula ordinaria: 30€.
Matrícula para alumnos de ÁgoraFEC: 12€.
Información y matrícula en: 868 049 163 - 628 88 33 25 - agora.fec@gmail.com
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miércoles, 30 de abril de 2014
Curso de Filosofía para Selectividad [12 horas. Días 24-31'Mayo y 7'Junio]
Etiquetas:
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jueves, 21 de febrero de 2013
[Apuntes de Filosofía] LOCKE. Contextualización
El texto objeto de comentario es un fragmento del Capítulo 9 del Segundo tratado sobre el gobierno civil,
del filósofo inglés John Locke (1.632- 1.704). La obra se divide en
diecinueve capítulos subdivididos, a su vez, en diferentes parágrafos
(el fragmento que se analiza en la PAU corresponde a los parágrafos
123-128 del Capítulo 9). El tema central de esta obra es el origen y
fundamento del poder político y de la autoridad, que Locke sitúa en el
pacto voluntario entre los súbditos: las relaciones de poder no dependen
ni de la voluntad de dios ni del derecho de herencia, sino del acuerdo
entre gobernantes y gobernados. Al hilo de esta temática, la obra aborda
otras cuestiones de filosofía política entre las que podemos destacar
las siguientes: estado de naturaleza y derecho natural; leyes naturales y
leyes establecidas; división de poderes; derecho a la propiedad
privada; derecho a la sublevación contra los gobiernos injustos… El Segundo tratado sobre el gobierno civil forma parte de los Dos tratados sobre el gobierno civil,
publicados en 1690, donde John Locke defiende los intereses del
liberalismo a la luz de las reformas liberales introducidas a lo largo
del Siglo XVII.
Otras obras del autor que guardan relación con las ideas expuestas en estos dos tratados son:
-Ensayos sobre la Ley de la Naturaleza, donde Locke defiende la existencia de unas leyes naturales que afectan a todos los hombres. Estas leyes pueden ser descubiertas mediante la razón.
-Ensayo sobre el entendimiento humano, investigación sobre los límites y las facultades de nuestro conocimiento.
-Tratado sobre el gobierno civil, dividido en dos partes. En el primer tratado niega la legitimidad del derecho divino de los reyes, ya que aceptarla implicaría aprobar la desigualdad entre las personas. En el segundo tratado desarrolla una teoría del pacto social como origen del Estado.
-Carta sobre la tolerancia, diversos escritos acerca de la separación entre la Iglesia y el Estado, un requisito que este autor considera imprescindible para toda sociedad democrática.
El pensamiento de Locke queda encuadrado dentro de la Filosofía Moderna. Los filósofos de este período centrarán sus reflexiones en el valor del conocimiento y la razón, dando una mayor importancia al individuo como sujeto de conocimiento. Tanto las matemáticas como las ciencias empíricas van a proporcionar el modelo metodológico de las dos líneas de pensamiento europeo más importantes en este período: Racionalismo y Empirismo. Locke formará parte de la corriente empirista, que se desarrolla entre los Siglos XVI y XVIII, junto a otros autores como Hume, Bacon o Berkeley. En el Siglo XVIII, Kant formulará magistralmente una síntesis entre Empirismo y Racionalismo que, en sus formas fundamentales, ha perdurado hasta nuestros días.
En el terreno de la filosofía política, Locke es uno de los principales representantes del liberalismo clásico. Las ideas liberales surgen a lo largo de los Siglos XVII y XVIII como una respuesta al poder ilimitado de la monarquía absoluta y de la Iglesia. El liberalismo, con su tendencia naturalista, se enfrentará al absolutismo de origen divino. Así mismo, las ideas liberales representan las exigencias de una burguesía emergente que ve en las antiguas formas de poder un obstáculo para su desarrollo económico, al mismo tiempo que quiere acceder al poder político que, antiguamente, sólo estaba en manos de la nobleza y el clero.
El pensamiento de Locke ha influido en multitud de autores posteriores. Su teoría del conocimiento fue recogida por Hume, quien la tomó como punto de partida para desarrollar su empirismo escéptico. Leibniz elaboró su propia teoría del conocimiento partiendo de una crítica a las ideas de Locke: restó importancia a la experiencia sensible y postuló la existencia de ideas innatas (aquellas que ya están en nuestra mente desde el momento de nacer). Las ideas políticas de Locke fueron recogidas por Rousseau en su obra El contrato social. También ejercieron una gran influencia en Montesquieu, quien llevó las ideas de Locke desde las islas británicas hasta el continente europeo. Adam Smith, Stuart Mill, David Ricardo o John Rawls, por poner sólo unos cuantos ejemplos, son otros de los autores que recibieron la influencia directa de las ideas de John Locke.
Otras obras del autor que guardan relación con las ideas expuestas en estos dos tratados son:
-Ensayos sobre la Ley de la Naturaleza, donde Locke defiende la existencia de unas leyes naturales que afectan a todos los hombres. Estas leyes pueden ser descubiertas mediante la razón.
-Ensayo sobre el entendimiento humano, investigación sobre los límites y las facultades de nuestro conocimiento.
-Tratado sobre el gobierno civil, dividido en dos partes. En el primer tratado niega la legitimidad del derecho divino de los reyes, ya que aceptarla implicaría aprobar la desigualdad entre las personas. En el segundo tratado desarrolla una teoría del pacto social como origen del Estado.
-Carta sobre la tolerancia, diversos escritos acerca de la separación entre la Iglesia y el Estado, un requisito que este autor considera imprescindible para toda sociedad democrática.
El pensamiento de Locke queda encuadrado dentro de la Filosofía Moderna. Los filósofos de este período centrarán sus reflexiones en el valor del conocimiento y la razón, dando una mayor importancia al individuo como sujeto de conocimiento. Tanto las matemáticas como las ciencias empíricas van a proporcionar el modelo metodológico de las dos líneas de pensamiento europeo más importantes en este período: Racionalismo y Empirismo. Locke formará parte de la corriente empirista, que se desarrolla entre los Siglos XVI y XVIII, junto a otros autores como Hume, Bacon o Berkeley. En el Siglo XVIII, Kant formulará magistralmente una síntesis entre Empirismo y Racionalismo que, en sus formas fundamentales, ha perdurado hasta nuestros días.
En el terreno de la filosofía política, Locke es uno de los principales representantes del liberalismo clásico. Las ideas liberales surgen a lo largo de los Siglos XVII y XVIII como una respuesta al poder ilimitado de la monarquía absoluta y de la Iglesia. El liberalismo, con su tendencia naturalista, se enfrentará al absolutismo de origen divino. Así mismo, las ideas liberales representan las exigencias de una burguesía emergente que ve en las antiguas formas de poder un obstáculo para su desarrollo económico, al mismo tiempo que quiere acceder al poder político que, antiguamente, sólo estaba en manos de la nobleza y el clero.
El pensamiento de Locke ha influido en multitud de autores posteriores. Su teoría del conocimiento fue recogida por Hume, quien la tomó como punto de partida para desarrollar su empirismo escéptico. Leibniz elaboró su propia teoría del conocimiento partiendo de una crítica a las ideas de Locke: restó importancia a la experiencia sensible y postuló la existencia de ideas innatas (aquellas que ya están en nuestra mente desde el momento de nacer). Las ideas políticas de Locke fueron recogidas por Rousseau en su obra El contrato social. También ejercieron una gran influencia en Montesquieu, quien llevó las ideas de Locke desde las islas británicas hasta el continente europeo. Adam Smith, Stuart Mill, David Ricardo o John Rawls, por poner sólo unos cuantos ejemplos, son otros de los autores que recibieron la influencia directa de las ideas de John Locke.
por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía
miércoles, 12 de diciembre de 2012
[Apuntes de Filosofía] SAN AGUSTÍN. Contextualización
S. Agustín (354-430) nace en Tagaste (Argelia). Es ordenado sacerdote y más tarde obispo auxiliar de Hipona. Su pensamiento se sitúa dentro de la patrística, en la Filosofía Medieval, momento de la historia en que los padres de la Iglesia establecen los principales dogmas del cristianismo. El neoplatonismo le libera de las cadenas del materialismo maniqueo y le facilita el conocimiento de una realidad inmaterial. Durante los años 413 al 416 escribe La ciudad de Dios, obra a la que pertenece el texto que vamos a comentar.
En las obras de San Agustín encontramos una formulación completa del pensamiento cristiano. Entre sus obras más importantes podríamos citar las siguientes:
1) Confesiones. Obra autobiográfica donde San Agustín explica el camino que ha seguido hasta alcanzar el conocimiento de Dios.
2) Contra académicos. Obra donde combate el escepticismo y defiende la posibilidad de alcanzar un conocimiento verdadero y cierto.
3) La ciudad de Dios. Es la síntesis más completa del pensamiento filosófico, teológico y político de San Agustín.
4) La Trinidad. Principal obra dogmática donde desarrolla todo su pensamiento acerca del misterio de la Trinidad.
La ciudad de Dios es una obra escrita por San Agustín con el deseo de defender a los cristianos de las críticas de los paganos. La obra consta de 22 libros compuestos, a su vez, por varios capítulos cada uno. Los diez primeros libros versan contra los errores paganos. Los 12 restantes exponen los principios fundamentales de la fe cristiana. Para San Agustín, la fe y la razón, conjunta y solidariamente, tienen como misión comprender la verdad cristiana. La colaboración entre razón y fe es de la siguiente manera: la razón tiene un papel preparatorio, la fe ayuda e ilumina al hombre en la búsqueda de la verdad cristiana y la razón aclara y explica los contenidos de la fe.
El texto que comentamos corresponde a los capítulos 26 y 27 del libro XI de La ciudad de Dios. El capítulo 26, titulado "Imagen de la soberana Trinidad", habla del hombre como la criatura más perfecta de Dios por haberlo hecho a su imagen y semejanza. Esta semejanza se ve reflejada en la correspondencia existente entre las tres personas de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y las tres facultades del alma humana (ser, conocer y amar). El capítulo 27 se titula "Esencia, ciencia y amor de una y otra" y trata del amor a la existencia que sienten todos los seres vivos y del amor al conocimiento que es propio de las personas.
San Agustín pertenece a la tradición filosófica platónica. La influencia más clara que toma de Platón es el dualismo filosófico, ontológico y antropológico, así como la dimensión utópica de la República, que se observa en la existencia de las dos ciudades (o dos realidades). San Agustín adapta las formas o Ideas platónicas: las Ideas o formas ya no están en el Mundo de las Ideas, como decía Platón, sino en la Mente de Dios, como dice ahora San Agustín. Las formas (o Ideas) habitan en Dios y todo cuanto existe ahora estaba antes en la mente de Dios. Mediante el ejemplarismo divino Dios ilumina al hombre para que pueda alcanzar su conocimiento.
La conciencia religiosa de los neoplatónicos no se satisfacía con el concepto de emanación. Para San Agustín, Dios creó el mundo de la nada pero él siempre había estado ahí, y se puede decir que es bueno porque lo creó él mediante un acto de bondad y generosidad. El mal no existe como forma, ya que no puede habitar en la mente de Dios, y tan sólo se entiende como una privación de bien.
San Agustín debate con los escépticos de la Academia Nueva (antigua Academia de Platón). Los escépticos decían que no es posible conocer con certeza verdad alguna y que para la vida práctica basta con la probabilidad. San Agustín afirma lo contrario: podemos conocer la verdad. El punto de partida para conocer la verdad es la autoconcienca: el conocimiento que tiene el alma de sí misma es un testimonio fiable y cierto acerca de nuestra propia existencia; el hombre puede alcanzar la verdad desde su interior. La autoconciencia se extiende a toda la trinidad humana: conozco que existo, conozco que conozco y conozco que amo.
El pensamiento de San Agustín marcará la Edad Media hasta el siglo XIII, donde Santo Tomás, a partir de la filosofía de Aristóteles, elabora la segunda gran corriente del pensamiento cristiano. Muchos de los principales dogmas de la Iglesia fueron planteados, discutidos o elaborados por San Agustín, cuyo pensamiento ha llegado a tener un peso enorme en todo el Cristianismo.
Más tarde, en el Renacimiento, habrá un interés renovado por el neoplatonismo agustiniano. Y al comienzo de la Edad Moderna, Descartes expondrá su filosofía a partir de la misma certeza que había planteado San Agustín: “cogito, ergo sum” (pienso, luego existo); es decir, la autoconciencia de uno mismo a partir del pensamiento es la base y el fundamento de cualquier otro conocimiento.
En las obras de San Agustín encontramos una formulación completa del pensamiento cristiano. Entre sus obras más importantes podríamos citar las siguientes:
1) Confesiones. Obra autobiográfica donde San Agustín explica el camino que ha seguido hasta alcanzar el conocimiento de Dios.
2) Contra académicos. Obra donde combate el escepticismo y defiende la posibilidad de alcanzar un conocimiento verdadero y cierto.
3) La ciudad de Dios. Es la síntesis más completa del pensamiento filosófico, teológico y político de San Agustín.
4) La Trinidad. Principal obra dogmática donde desarrolla todo su pensamiento acerca del misterio de la Trinidad.
La ciudad de Dios es una obra escrita por San Agustín con el deseo de defender a los cristianos de las críticas de los paganos. La obra consta de 22 libros compuestos, a su vez, por varios capítulos cada uno. Los diez primeros libros versan contra los errores paganos. Los 12 restantes exponen los principios fundamentales de la fe cristiana. Para San Agustín, la fe y la razón, conjunta y solidariamente, tienen como misión comprender la verdad cristiana. La colaboración entre razón y fe es de la siguiente manera: la razón tiene un papel preparatorio, la fe ayuda e ilumina al hombre en la búsqueda de la verdad cristiana y la razón aclara y explica los contenidos de la fe.
El texto que comentamos corresponde a los capítulos 26 y 27 del libro XI de La ciudad de Dios. El capítulo 26, titulado "Imagen de la soberana Trinidad", habla del hombre como la criatura más perfecta de Dios por haberlo hecho a su imagen y semejanza. Esta semejanza se ve reflejada en la correspondencia existente entre las tres personas de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y las tres facultades del alma humana (ser, conocer y amar). El capítulo 27 se titula "Esencia, ciencia y amor de una y otra" y trata del amor a la existencia que sienten todos los seres vivos y del amor al conocimiento que es propio de las personas.
San Agustín pertenece a la tradición filosófica platónica. La influencia más clara que toma de Platón es el dualismo filosófico, ontológico y antropológico, así como la dimensión utópica de la República, que se observa en la existencia de las dos ciudades (o dos realidades). San Agustín adapta las formas o Ideas platónicas: las Ideas o formas ya no están en el Mundo de las Ideas, como decía Platón, sino en la Mente de Dios, como dice ahora San Agustín. Las formas (o Ideas) habitan en Dios y todo cuanto existe ahora estaba antes en la mente de Dios. Mediante el ejemplarismo divino Dios ilumina al hombre para que pueda alcanzar su conocimiento.
La conciencia religiosa de los neoplatónicos no se satisfacía con el concepto de emanación. Para San Agustín, Dios creó el mundo de la nada pero él siempre había estado ahí, y se puede decir que es bueno porque lo creó él mediante un acto de bondad y generosidad. El mal no existe como forma, ya que no puede habitar en la mente de Dios, y tan sólo se entiende como una privación de bien.
San Agustín debate con los escépticos de la Academia Nueva (antigua Academia de Platón). Los escépticos decían que no es posible conocer con certeza verdad alguna y que para la vida práctica basta con la probabilidad. San Agustín afirma lo contrario: podemos conocer la verdad. El punto de partida para conocer la verdad es la autoconcienca: el conocimiento que tiene el alma de sí misma es un testimonio fiable y cierto acerca de nuestra propia existencia; el hombre puede alcanzar la verdad desde su interior. La autoconciencia se extiende a toda la trinidad humana: conozco que existo, conozco que conozco y conozco que amo.
El pensamiento de San Agustín marcará la Edad Media hasta el siglo XIII, donde Santo Tomás, a partir de la filosofía de Aristóteles, elabora la segunda gran corriente del pensamiento cristiano. Muchos de los principales dogmas de la Iglesia fueron planteados, discutidos o elaborados por San Agustín, cuyo pensamiento ha llegado a tener un peso enorme en todo el Cristianismo.
Más tarde, en el Renacimiento, habrá un interés renovado por el neoplatonismo agustiniano. Y al comienzo de la Edad Moderna, Descartes expondrá su filosofía a partir de la misma certeza que había planteado San Agustín: “cogito, ergo sum” (pienso, luego existo); es decir, la autoconciencia de uno mismo a partir del pensamiento es la base y el fundamento de cualquier otro conocimiento.
por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía
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