En Descartes pensamiento viene a
ser sinónimo de contenido consciente. Pensamiento y conciencia tienen la misma
extensión, no hay lugar en el cartesianismo para el inconsciente. Por “pensar”
entiende “todo lo que se produce en nosotros y que percibimos inmediatamente
por nosotros mismos; no sólo entender, querer, imaginar sino también sentir”.
De todos estos contenidos tenemos una percepción inmediata, o todas estas
vivencias tienen el atributo de la consciencia.
El pensamiento es el atributo o
esencia del alma o res cogitans. Si dejara de pensar, en ese mismo momento
dejaría de existir" (2eMéd.). En el pensamiento tenemos ideas confusas o
percepciones que requieren la cooperación del cuerpo, e ideas claras y
distintas las cuales tienen su origen en la razón. Un trozo de cera tiene
color, olor, dureza, sabor.., si lo calentamos hasta fundirla, cambian todas
sus cualidades, pero sigue siendo cera, esto no lo reconozco por los sentidos,
sino por el entendimiento, sé que es cera, a pesar de todos las
transformaciones que pueda tener, porque capto una cualidad esencial: su
extensión. La extensión no depende de los sentidos, pues puede variar con la
temperatura. Estas nociones claras y distintas constituyen el objeto del
conocimiento.
Descartes divide las ideas en ideas adventicias, facticias e innatas.
Ideas adventicias se
producen por la acción del mundo exterior sobre nuestros sentidos. Son las
ideas que dan lugar al conocimiento sensible.
Ideas facticias son
consecuencia del poder de nuestra imaginación. Las construye la mente a partir
de otras ideas. Puedo imaginar un ser formado por el cuerpo de un perro y la
cabeza de un dragón.
Ideas innatas son las que
se encuentran en nuestra mente antes de cualquier experiencia sensorial del
mundo. La más importante es la idea de Infinito o Dios. Han sido implantadas en
nuestra mente por Dios. Descartes no limitó lo innato a los conceptos, también
consideró que hay principios innatos o verdades eternas, por ejemplo:
“cosas que son iguales a una misma cosa, son iguales entre sí”, o “de la nada
nada sale”. Estas verdades no pueden descansar en la experiencia sino en la
razón.
Las ideas innatas no están en nuestra mente siempre a nuestra disposición. El
niño no tiene el concepto de Dios. Tenemos una potencialidad innata por la cual
conocemos a Dios; la idea de Dios es producida de forma natural por la mente.
Todas las ideas son en un sentido
semejantes y en otro distintas: la idea de mesa es semejante y distinta a la
idea de color, es semejante en la medida en que ambas son ideas, pero es
distinta porque una representa una mesa, es decir, representa una substancia, y
otra representa el color, es decir, representa un accidente; la realidad
objetiva de cada idea es distinta; podemos
hablar de unas ideas más perfectas que otras, perfección que les viene dada de
la perfección que cabe atribuir a lo representado en ellas: así la idea de
ángel es más perfecta que la idea de libro, porque los ángeles son más
perfectos que los libros.