lunes, 29 de abril de 2013

[Apuntes de Filosofía] NIETZSCHE. Tema II: LA CRÍTICA DE NIETZSCHE A LOS FILÓSOFOS

Frente a Parménides y Platón, Nietzsche reivindica a Heráclito. Se trata del filósofo más admirado por Nietzsche, el único por el que siente respeto. Es quien afirmó el continuo devenir, que todo cambia y nada permanece. Si todo está en continua transformación se establece una relativa irracionalidad de lo real, pues es lo cambiante frente a lo permanente, la pluralidad frente a la unidad, lo que parece ser frente a lo que sea. Esta postura niega rotundamente el platonismo, que ponía en las ideas estáticas la esencia de lo real. Para Nietzsche, toda la historia de la filosofía ha repetido el error de partida establecido por Platón: separar la realidad en dos mundos, uno aparente y otro verdadero, donde lo sensible queda en un segundo plano en beneficio de lo ideal.

La crítica que hace Nietzsche a la Filosofía tiene una unión estrecha con la crítica que hace a la moral. La moral tiene su base en la filosofía platónica con sus dos mundos diferentes y distanciados: el mundo real y el mundo de las ideas. El mundo de los sentidos es malo, causa de perdición.

La filosofía tradicional es dogmática: considera el ser como algo estático, fijo, inmutable, intemporal, eterno, abstracto. Pero ese ser no existe. Sócrates hizo triunfar la razón contra la vida; Platón creó otro mundo, el de las ideas, desvalorizando el mundo real. ¿Qué se esconde detrás del idealismo de Sócrates y de Platón? Esta es la base de la metafísica occidental: el espíritu de la decadencia, el odio a la vida y al mundo. Sócrates y Platón fueron grandes inventores de conceptos, ideas y mundos simbólicos. A partir de ellos, otros pensadores han tenido la pretensión de alcanzar el ser, la realidad auténtica, absoluta, y han rechazado lo sensible, lo espontáneo, lo temporal, el devenir, la imaginación y la vida. Se ha dado más importancia al mundo de las ideas que al mundo de los sentidos. Pero, según Nietzsche, no hay conceptos estáticos, no hay ningún mundo de ideas eternas. Sólo existe el devenir cambiante del mundo experimentable por los sentidos.

La filosofía es dogmática,  como la religión y la moral. Expone la inutilidad de buscar respuestas definitivas o satisfacciones absolutas. Para Nietzsche no hay ‘verdades en sí’, sino que sólo hay perspectivas: no hay hechos ‘en sí’, sino interpretaciones de lo que sucede; y lo que sucede es susceptible de múltiples interpretaciones. La pregunta ‘¿Qué es esto?’ hay que expresarla mejor como ‘¿Qué es esto para mí?’

Ante todo está la crítica al doble mundo que implantó Platón y que heredó el cristianismo (en la versión ‘mundo terrenal’ frente a ‘cielo’). Nietzsche es implacable en su desprecio a este mundo de las ideas y en su empecinamiento intelectual en demostrar que no existe, que es un dique de contención para impedir vivir lo mejor que ofrece la vida. Es un mundo que valora a aquellos que lo han inventado. Nietzsche elimina ese mundo, y, al hacerlo, también elimina el mundo de la apariencia. La filosofía ha construido mundos metafísicos para huir de lo real. El hombre tiende a evitar la inseguridad de la vida, la provisionalidad del conocimiento. Ante eso, la metafísica ha optado por construir un mundo ilusorio, seguro y estable. La psicología del metafísico funciona como la del hombre religioso. Se ha negado lo irracional, lo contingente, lo contradictorio, lo cambiante, lo pasajero, lo fugaz.

Critica también a la filosofía el haber creado un lenguaje que no lleva a la verdad, ya que la naturaleza no consta, no conoce, ni formas ni conceptos. Estos conceptos se configuran (se les da forma, se crean y usan) cuando las palabras dejan de referirse a lo singular y se aplican a una pluralidad de individuos, equiparando cosas que no son iguales, prescindiendo de las diferencias individuales. El filósofo se olvida de que es él quien ha creado los conceptos y cae en el error de pensar que éstos son la realidad y no una metáfora de la misma. Se engaña. El lenguaje es incapaz de representar correctamente las intuiciones que tiene de la realidad. Las palabras son metáforas que poco o nada tienen que ver con las cosas mismas. Los conceptos hacen perder las diferencias individuales. Abstracciones como «sustancia», «ser», «yo», «cosa en sí», «causa», «Dios», han sido tomadas como signos de una realidad que está detrás de ellas, cuando en realidad son creaciones del lenguaje. Es como si el ser humano necesitara inventar categorías que le permitan vivir en un mundo cambiante, donde lo estático, y lo verdadero acorde a él, no existe. El ser humano busca en el lenguaje y los conceptos una seguridad que, sin ellos, no tiene.

Nietzsche critica la noción de ‘razón’ de los filósofos anteriores, desde Platón hasta Kant, pasando por los racionalistas, como Descartes.  Con ellos la razón queda como garante del auténtico conocimiento, que, según Nitzsche, es realmente el incompleto. Esta “soberana” razón causa que nuestros sentidos nos mal informen de la realidad. La razón, sin embargo, no es la facultad exclusiva para ver la realidad, también están la inspiración poética, la intuición, el instinto, los sentidos… La riqueza está antes en el arte que en la razón, ya que el arte, mediante la metáfora, se adapta y refleja los movimientos de la naturaleza. Los conceptos, en cambio, permanecen estáticos ante ese movimiento que constituye lo auténticamente real. Nietzsche va a dar supremacía a la intuición frente a la razón.

Los filósofos son creadores de cultura, implicando esta cultura una forma de suministrar unos valores para domesticar al ser humano, masificándolo y esclavizándolo. Nietzsche se propone una filosofía nueva que critique y destruya esas filosofías, tanto de los clásicos como de los modernos. Es contrario a todo tipo de razón lógica y científica que determine una única forma de pensamiento y de alcanzar la verdad. Frente a ello, reafirma el valor de lo irracional como medio para acceder a la realidad, interpretarla y vivir en ella. Por este motivo, el arte o los instintos pueden interpretar la realidad de un modo más fiel y completo que la razón o la ciencia.
 


[Apuntes de Filosofía] NIETZSCHE. Tema I: EL VITALISMO DE NIETZSCHE

El vitalismo exalta lo vital y lo afectivo como modo de captar la realidad. Por tanto, para analizar la realidad, además de contar con la razón hay que tener en cuenta las pulsiones, los deseos, las pasiones y los sentimientos, es decir, lo no estrictamente racional. Se exalta la vida y se critican los productos procedentes de la cultura porque encubren el verdadero ser del hombre.

La transmutación de valores tiene que hacerse a partir de: Dios, la moral, la razón y la ciencia.  La nueva categoría en la que se han de fundamentar los valores es vida. Lo decisivo para el conocimiento no son las ideas eternas, ni los conceptos inmutables, sino la ineludible experiencia en la que “sólo el devenir es”.

El principal error de la moral tradicional es su antinaturalidad, el ir contra la naturaleza, contra la vida.  Es la moral que, en virtud de leyes, decálogos, normas e imperativos, se opone a los instintos primordiales de la vida.  La base filosófica de esta moral contra-natura es el platonismo: el mundo de las ideas sirve de más allá religioso para los cristianos.  El centro de gravedad de estas ideas se pone no en esta vida, sino en la otra.  Hay una evasión respecto al hombre concreto, viviente.  Todo este más allá ha hecho a los hombres de acá  débiles. Esta moral mata la vida.  La moral de Nietzsche es una voluntad de poder eliminar la moral burguesa-cristiana-idealista.

El nihilismo es valorado y repudiado al mismo tiempo por Nietzsche, aunque las dos actitudes no son contradictorias.  Por un lado, el nihilismo es positivo porque supera la creencia en un Dios alienante; pero, por otro lado, es negativo a causa del anonadamiento y falta de energía vital que provoca y a que no sabe prescindir del todo de los sustitutos de Dios (Razón, moral, bien, espíritu absoluto, …). Nietzsche distingue diversos tipos de nihilismo:

1. Nihilismo negativo, por ausencia de sentido.  Debe superarse.
2. Nihilismo pasivo (especie de posición budista).  Debe superarse.
3. Nihilismo positivo, pues permite combatir, reaccionar, rehacer.

La voluntad de poder implica vitalismo, y supone afirmarse en el deseo, en los instintos; donde hay vida hay voluntad de vivir; significa voluntad de fuerza, impulso vital, emoción, pasión.

La voluntad de poder es un concepto de fuerza victoriosa. Nietzsche pretendía mantenerse adherido a la naturaleza, a la sensibilidad, accediendo a la realidad vital por la estética, como germen de una nueva cultura. La voluntad de poder es algo instintivo, en contraposición a la reflexión racional. La verdad no está ahí para ser descubierta, sino para ser activamente creada. La verdad es todo aquello que sirve para la vida, lo que aumenta el poder.

El superhombre hay que entenderlo como el que está «sobre el hombre», una superación del hombre. La moral de los esclavos es aquella que se conforma en el dolor, la pequeñez, la humildad, la compasión, la resignación, la paciencia. Las características del superhombre son las siguientes: ansia de vivir;  valora la vida corporal, saboreador de lo terreno y del más acá; anhelo de superación de valores morales o religiosos tradicionales, por encima del bien y del mal; supone la libertad de toda servidumbre religiosa, de todo dogmatismo; supone crearse los propios valores, afirmándose a sí mismo; seguimiento fiel de la voz de la naturaleza: lo que favorece la naturaleza es bueno y lo que la perjudica es malo; el superhombre quiere ser superior, porque el ser igual es convertirse en rebaño; es el más acá lo que le preocupa, no la trascendencia metafísica ni una idea de Dios; la voluntad de poder es ser señor y no esclavo; afirmación de una moral de señores que se imponen con fuerza; el superhombre es suficiente y autónomo; supone afirmación en la independencia. El superhombre es un artista que hace arte de su propia vida. El superhombre es un ser humano que ha superado, para liberarse de ellas, todas las limitaciones que le imponen la moral y la cultura. Es un individuo que está más allá del bien y del mal, que posee una moral autónoma capaz de distinguir ella misma, sin ninguna ayuda exterior, lo que es bueno y lo que es malo en cada instante de su existencia. El superhombre es el ser humano en su estado más natural, completamente libre y despojado de los lastres que le impone la cultura. Es un humano demasiado humano, entendiendo el término en todo su significado: un animal humano que no puede desprenderse de su origen natural e instintivo.

El eterno retorno es la fórmula suprema de fidelidad a la tierra. El eterno retorno simboliza, en su eterno girar, que este mundo es el único mundo (una historia lineal conduce hacia «otro» mundo); además afirma que todo es bueno y justificable, puesto que todo debe repetirse del mismo modo. Toda huida a otro mundo es una pérdida de realidad. Por tanto hay que permanecer fieles a la tierra. La imagen de un mundo que gira sobre sí mismo, pero que no avanza como una peonza, es la imagen de un alegre juego cósmico, de una canción de aceptación de sí mismo, de bendición de la existencia. Este concepto aparece en la mitología y en los presocráticos, y se opone a la concepción lineal del tiempo, propia del cristianismo. Aunque el eterno retorno supusiera la repetición incesante del sufrimiento, merecería la pena ser vivido y reafirmado en todo su valor como lo único que tenemos. Cada instante de nuestra existencia debe ser amado con todas nuestras fuerzas como si se fuera a repetir eternamente, ya que eso, el instante vivido, es lo único a lo que podemos aferrarnos.


[Apuntes de Filosofía] NIETZSCHE. Noción III: EL ARTE TRÁGICO Y LO DIONISÍACO

El arte debe ser algo trágico. Es una representación de la vida en toda su plenitud y, por lo tanto, debe responder a los impulsos naturales, a las pasiones, a los deseos, a la voluntad de poder a través de la creación… La imagen descrita por la obra de arte es mucho más fiel a la realidad que la recogida en los conceptos, ya que la obra de arte es dinámica mientras que los conceptos son estáticos. Además, la obra de arte lo muestra todo mientras que los conceptos tan sólo se fijan en aquello que la razón considera verdadero. Mediante el arte podemos destruir los conceptos para sacar de ellos lo poco que queda de realidad y, así, liberarnos de su prisión. El arte, al quedar más allá de lo verdadero y de lo falso, estimula la vida y nos permite sentirla en toda su plenitud. 

La tragedia, para Nietzsche, es el movimiento propio de la vida y la naturaleza. Es contradicción, vida y muerte, salud y enfermedad, alegría y tristeza, razón y locura. Contrarios que luchan entre sí y, a la vez, forman parte de una misma unidad, de un mismo todo. Nietzsche entiende la realidad al modo de Heráclito: todo fluye en un continuo devenir donde los contrarios luchan entre sí como partes de una misma unidad. Por eso, el sentido de la vida es trágico: porque lo incluye todo, bueno y malo, reconociendo que es imposible que escapemos de ello. Sólo aceptando lo trágico seremos capaces de disfrutar de la vida en toda su plenitud. De lo contrario, nos veremos obligados a refugiarnos en la negación de la vida a la que nos conducen la metafísica y las religiones.

La esencia del arte está compuesta por dos fuerzas complementarias: lo dionisíaco y lo apolíneo. Dioniso es el dios del vino, la embriaguez, los instintos, la irracionalidad, los impulsos, las pasiones, el entusiasmo, la vida, la noche, el desorden, la fiesta, la pasión, la unión con la naturaleza… Y la tragedia, representada de manera artística en el teatro, sobre todo en las obras de Esquilo. La inspiración artística, entendida como un acto espontáneo de la voluntad de creación, también está relacionada con el espíritu dionisíaco. Así, el artista trágico es una especie de médium en cuyas palabras se manifiestan los dioses. Apolo, por su parte, representa la luz, la razón, el día, la sobriedad, el trabajo, la forma, la belleza, el orden, la simetría, la proporción, la armonía… Por eso es el Dios de las ciencias, la filosofía y las artes plásticas.

La tragedia es el arte de lo dionisíaco. En ella se representan las pasiones humanas, los actos irracionales, los vicios y las miserias de las personas. La tragedia produce un sentimiento de catarsis, de purificación, en quienes participan en ellas. Tanto los actores como los espectadores experimentan un fortalecimiento de su estado anímico tras contemplar el retrato de la vida en toda su plenitud, sin rechazar ninguno de los aspectos que componen la vida. El arte trágico, dionisíaco, contiene el auténtico espíritu de los antiguos griegos, quines comprendían la esencia de su existencia y disfrutaban de ella sin dejar nada de lado.

por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía
 
 

[Apuntes de Filosofía] NIETZSCHE. Noción II: LOS CONCEPTOS SUPREMOS Y EL CONCEPTO DE DIOS

La filosofía tradicional ha cometido dos errores fundamentales: el amor al egipticismo y la confusión entre lo último y lo primero. El egipticismo es la tendencia a elaborar conceptos definitivos y cerrados que se aceptan con el valor de una verdad absoluta. La confusión entre lo último y lo primero es la que concede a estos conceptos mayor realidad y verdad que a las experiencias del mundo que, en principio, representan. El resultado de esta doble tendencia es la metafísica; es decir, un mundo invertido, del revés, donde los conceptos no provienen de la experiencia sino que son entendidos como el origen primero, o modélico, del que proviene todo lo demás. Aunque comenzaron siendo un instrumento, los conceptos se han terminado convirtiendo en un fin. Además, han limitado la representación de la realidad a la forma del ser humano, ya que éste es quien los construye para someterlo todo a su propia medida.

Los conceptos supremos son los conceptos propios de la metafísica: ser, sustancia, unidad, causa, belleza, bien, verdad… La metafísica los presenta como lo auténticamente real, pero para Nietzsche sólo son el último humo de la realidad; es decir, lo que queda de la realidad cuando salimos de ella. Estos conceptos son invenciones creadas a partir de la experiencia, y no entidades reales. Inventamos los conceptos mediante la abstracción, y eso nos permite ordenar el mundo, ponerle límites y establecer islotes de estabilidad frente al cambio y el devenir.

Pero la realidad es devenir, cambio, aparecer y desaparecer… de manera que los conceptos, que permanecen estáticos, no pueden representar fielmente la realidad. Los conceptos son estériles para acceder a lo real, ya que su pretendido estatismo no es compatible con el movimiento que hay en las cosas reales. Los conceptos olvidan las diferencias que hay entre las experiencias que representan. En cambio, hay otras realizaciones humanas que, por su condición de imaginativas, flexibles, metafóricas… nos permiten ver la realidad con una claridad mayor que la ofrecida por los conceptos. Lo metafórico permanece abierto, susceptible al cambio y al movimiento, es adaptable a las condiciones que pueden ir surgiendo durante el proceso de experiencia y aprendizaje. Por eso las metáforas son más útiles que los conceptos, estáticos y cerrados, a la hora de acceder a lo real. Los conceptos momifican la realidad mientras que las metáforas la recrean en toda su vida y movimiento.

Por encima de todos los conceptos supremos está el concepto de Dios. Para la metafísica, éste es el concepto más real y perfecto de todos, un ens realissimun que es causa de sí mismo y de todo los demás. Es el único ser no creado y, por tanto, necesario (al contrario que sus criaturas, que tienen un carácter contingente). Pero para Nietzsche, este concepto tan sólo es una abstracción vacía, una ficción que representa lo contrario que la vida y que niega la inocencia del ser humano al juzgarlo por sus acciones. Dios es lo que impide al ser humano llegar a ser un superhombre, y sólo con su muerte (la superación del concepto de Dios) podrá llegar una nueva era. Dios se sitúa en el lado opuesto a la realidad, es lo menos real de todo, ya que tiene todos aquellos atributos que invierten la naturaleza de lo real: es increado, eterno, inmóvil, perfecto… el concepto más estático y absoluto (y, por lo tanto, el más falso) de todos los conceptos.

por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía

 

[Apuntes de Filosofía] NIETZSCHE. Noción I: LOS SENTIDOS Y EL CUERPO

A partir de la influencia ejercida por Platón, la filosofía racionalista tradicional ha dividido la realidad en dos mundos: un mundo aparente, percibido por los sentidos y lleno de engaños; y un mundo verdadero al que sólo podemos acceder mediante la razón.

La filosofía racionalista ha desconfiado de los sentidos por mostrarnos un mundo donde todo cambia y nada permanece. Un mundo que, aunque parezca real, no lo es. Los sentidos son una propiedad del cuerpo, de lo físico, de manera que el cuerpo es despreciado del mismo modo que lo son los sentidos. El rechazo al cuerpo y a los sentidos es un rechazo a todo cuanto tenga relación con los aspectos físicos de nuestra vida, incluyendo ahí los instintos o pasiones que provienen de nuestra condición biológica. 

La razón fue la facultad que los filósofos racionalistas opusieron a los sentidos. Mediante la razón podemos acceder a la auténtica realidad, al mundo verdadero donde todo permanece y nada cambia. Al mundo de lo eterno, perfecto e inmutable; al mundo de lo divino. Los conceptos estaban por encima de la realidad que debían representar, situando el sentido y la esencia de nuestras vidas mucho más allá de la vida; es decir, ahí donde no vive nada.

Nietzsche niega la existencia de una realidad que esté más allá del cuerpo y de los sentidos. El mundo ideal, al que aspira la razón, no existe. Tan sólo es una imaginación, una aspiración inalcanzable. En algún momento de nuestra historia le hemos dado a esa fantasía un valor de verdad y, a partir de esa convención, decidimos rechazar el mundo de lo físico para aspirar al mundo de lo ideal. Las demandas del cuerpo fueron ocultadas bajo entidades ideales e inexistentes, dando lugar a una represión moral que niega, hasta matarla, la vitalidad que hay en el mundo de lo físico.

El cuerpo es lo único vivo y real, por eso debemos valorarlo en la medida que se merece. El cuerpo y los sentidos son los únicos intérpretes válidos de la realidad, que sólo es una: la realidad física y sensible a la que tenemos acceso mediante nuestra percepción. Sólo hay un mundo. Nietzsche afirma que debemos atender, por encima de todo, las necesidades del cuerpo, hacer caso a los impulsos que sentimos, a los instintos, porque nuestro cuerpo es la auténtica voz de la naturaleza; la razón, en cambio, es la mayor negación de la naturaleza y de la vida. Los instintos nos llevan a aceptar el valor de nuestra existencia en toda su extensión, en todo su sentido. Sacrificar nuestros impulsos en nombre de un ideal que está más allá del mundo sensible y no disfrutar de los placeres que nos ofrece la vida es el sacrificio racionalista que, en su versión cristiana, reduce al ser humano a la condición de cobarde y miserable.

por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía


lunes, 25 de marzo de 2013

[Apuntes de Lengua castellana y Literatura] COMENTARIO DE TEXTO. Cómo hacer un buen comentario

En 2º de Bachillerato, los exámenes de la asignatura LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA, entre otras, están orientados a la preparación de la PAU. Por este motivo, es fundamental que sepamos de qué nos examinaremos en esta prueba y qué puntuaciones podremos obtener.

La estructura del examen de la PAU es la siguiente:

I.    Comentario de texto. 4 puntos.
II.    Morfosintaxis. 2 puntos.
III.    Literatura. 3 puntos.
IV.    Léxico. 1 punto.
V.    Ortografía. Puede contar en negativo atendiendo a los siguientes criterios:  
a) los errores escasos y puntuales pueden restar hasta 1’5 puntos;                  
b) los errores abundantes y reiterados pueden llegar a quitarnos hasta 3 puntos.

Tal y como podemos comprobar, el comentario de texto es la parte del examen que tiene mayor valor. Por lo tanto, merece la pena que le prestemos la atención que se merece y que la trabajemos con interés para, así, desarrollar todas aquellas capacidades que nos permitirán hacer un buen ejercicio de comentario.

1. ANTES DE EMPEZAR A ESCRIBIR.

Para hacer un buen comentario de texto no podemos limitarnos a escribir. Hay que llevar a cabo un trabajo previo donde hagamos una lectura detallada del texto, un listado de sus contenidos esenciales y un guión con todo aquello que vamos a decir. En definitiva, se trata de un requisito muy sencillo para dotar de contenido a lo que escribimos: antes de hablar, piensa y decide lo que vas a decir.

El objetivo de esta primera fase consiste en tener claro el contenido del texto, así como también dotarnos de la materia prima necesaria para elaborar nuestro comentario. En ella podemos distinguir los siguientes apartados:

a) Lectura y subrayado del texto.

Debemos llevar a cabo una lectura atenta y minuciosa del texto, buscando todos los datos, ideas y detalles que puedan sernos de utilidad para desarrollar nuestro comentario. Conviene subrayar aquello que consideremos más importante, así como tomar notas al margen que nos ayuden a situar las diferentes ideas que aparecen en el texto.

b) Elaborar un listado con los contenidos principales.
Tras la lectura del texto, debemos hacer un listado donde aparezcan sus ideas y contenidos fundamentales. Aquellos que consideremos más significativos serán los que utilicemos para hacer el resumen, teniendo en cuenta que éste debe responder, más que a una o dos ideas concretas, al sentido general que emana del texto. Todo lo demás será utilizado para desarrollar el comentario crítico.

c) Establecer un guión donde quede claro qué vamos a decir.

Una vez que tengamos claro el sentido general del texto, así como las ideas principales y secundarias que aparecen en el mismo, debemos pararnos a pensar en aquello que vamos a decir. Como punto de partida tomaremos los contenidos del texto, pero también echaremos mano de nuestra formación cultural, nuestra experiencia personal, nuestra imaginación, nuestro razonamiento y nuestra capacidad de argumentación.

Esta parte del trabajo depende, en gran medida, de nuestras aptitudes personales y del texto a analizar, de manera que puede ser muy diferente en cada caso. Ni hay ni debe haber dos comentarios iguales. Aún así, para cuando nos quedemos faltos de ideas o, simplemente, no tengamos muy claro lo que podemos decir, existen una serie de temas que podremos tomar como punto de partida indistintamente de los contenidos del texto.

Entre otras cuestiones, siempre podremos recurrir a los siguientes interrogantes:

1.    Actualidad del tema e interés que despierta en la sociedad.

2.    Objetivo del autor: informar, opinar, denunciar, convencer, hacer reír, hacer pensar… Así mismo, también tendremos en cuenta si, en nuestro caso, el autor alcanza o no sus objetivos.

3.    Tipo de argumentos, razones e ideas que expone. Tono utilizado.

4.    Relación del tema con otros, ya sean similares o de distinto tipo. Establecer relaciones conceptuales es una de las maneras más eficaces para demostrar que entendemos el texto y que sabemos de lo que estamos hablando, aunque también puede resultarnos muy complicado si no lo hemos comprendido bien.

5.    Relación de la temática del texto con algún libro, película, canción, pintura, fotografía… o cualquier otra manifestación cultural donde se traten asuntos relacionados con los temas que aparecen en el texto.

6.    Opinión sobre el estilo utilizado por el autor: si es aburrido, ameno, claro, complicado…

7.    Relacionar el tema, o los temas, del texto con alguna experiencia personal o cercana.

2. MIENTRAS ESCRIBIMOS. Resumen, comentario crítico, opinión personal…

Ante todo, debemos tener en cuenta que lo único que puede valorar el profesor es aquello que vamos a escribir. Por lo tanto, debemos intentar que nuestro comentario sea claro, preciso y, a ser posible, ameno. Todo esto depende, en gran medida, de las capacidades lingüísticas y argumentativas de cada alumno, aunque también existen algunas técnicas básicas que pueden ayudarnos a realizar un buen comentario.

a) Resumen.

Debemos demostrar que hemos comprendido el texto. Es conveniente hacerlo de manera breve, a ser posible en unas pocas líneas (entre 5 y 10), y dar la sensación de que estamos seguros de lo que decimos. Para ello usaremos frases cortas, sin subordinadas o con relaciones de subordinación muy sencillas, prescindiendo de los adornos o recursos estilísticos. El lenguaje debe ser sobrio, sólido, claro, preciso… poniendo mucho cuidado en elegir aquellas palabras que transmitan nuestras ideas del modo más fiel posible.

En lo que se refiere al contenido, lo ideal es comenzar enunciando cuál es el sentido general del texto, la idea central o el razonamiento principal. Después, podemos apoyar esa primera afirmación en alguna o algunas de las ideas secundarias que aparecen en el texto. De esta manera proporcionamos una información breve, pero no sesgada, del contenido del texto.

b) Comentario crítico.

En esta parte comentaremos cada uno de los aspectos que, previamente, hemos seleccionado en el guión de contenidos (apartado 1. c), así como otros que puedan ir surgiendo sobre la marcha. Se trata de demostrar que, tras entender la lectura, somos capaces de analizar el texto y hablar sobre él desde nuestro propio punto de vista.

Ésta es la parte más creativa del comentario de texto, y es aquí donde debemos demostrar nuestras habilidades a la hora de razonar, argumentar y redactar. Debemos ser atrevidos y decididos, pero nunca presuntuosos. Utilizaremos un lenguaje algo más elaborado que en el resumen, con más adornos y recursos estilísticos. Todo esto, claro está, siempre dentro de nuestras posibilidades: debemos escribir de la forma que nos resulte más cómoda, sin que el lenguaje utilizado quede por encima de nuestras posibilidades. De lo contrario, no será complicado que terminemos equivocándonos en algo.

El comentario crítico debe quedar organizado en párrafos y cada párrafo debe contener una idea o un razonamiento completo. También podemos usar párrafos introductorios, aclaratorios, completivos, explicativos… Al margen de esto, tenemos plena libertad para dar al texto la estructura que queramos.

c) Opinión personal.

Lo que interesa al profesor no es aquello que opinamos sobre tal o cual cosa, sino la manera en la que expresamos nuestras opiniones. Esto no constituye un apartado distinto, sino que debemos incluir nuestras opiniones personales a lo largo de todo el comentario crítico. Sobre todo, hay que demostrar madurez y capacidad crítica, aunque también es importante que seamos capaces de expresar con corrección lo que pensamos. Hay que tener en cuenta que el profesor esperará de ti unas capacidades propias de una persona de tu edad, ni más ni menos, de manera que no debes tener miedo de expresar lo que piensas del modo en que creas más adecuado.

También podemos reservar nuestra opinión para el final del comentario. En ese caso, la desarrollaremos, a modo de conclusión, en el último párrafo.

Cualquiera de las dos opciones es igual de válida y elegir entre una u otra no debe influir para nada en el contenido.

d) Conclusión.
Se incluye en el último párrafo y debe servir como final del comentario. No se trata de dar una solución o respuesta definitiva a las cuestiones planteadas en el texto sino, más bien, de acabar nuestra redacción de un modo preciso.

Su contenido puede variar mucho dependiendo del tipo de comentario que hayamos hecho y del tono que le queramos dar. Así, podemos encontrar conclusiones a modo de síntesis, irónicas, interrogativas, reflexivas, redundantes, surrealistas…

3. PARA TERMINAR. Criterios de evaluación, partes del comentario, practicar para aprender…

El comentario de texto es un ejercicio práctico donde debemos mostrar una serie de habilidades adquiridas durante todos nuestros años de formación académica. Estas habilidades se desarrollan y perfeccionan con la práctica, de modo que tan sólo repitiendo este ejercicio muchas veces podremos llegar a dominarlo o, en caso de no conseguirlo, alcanzar el nivel suficiente para aprobar esta parte del examen.

Al margen de este requisito imprescindible, las siguientes pautas generales darán a nuestro comentario la solidez, precisión y organización necesarias para alcanzar la mayor nota posible.

a) Criterios de evaluación.

1. Hay que centrarse en el texto, en el contenido, en la temática… Los detalles periféricos como el nombre o vida del autor, la fecha o el medio donde ha sido publicado… no son importantes.  

2. El resumen no es una pregunta independiente que debamos contestar por separado, sino que va incluido en la pregunta general del comentario. Por ello, no debemos contestarlo en un apartado especial sino integrarlo en el primer párrafo de nuestra redacción.

3. No se deben copiar enunciados textuales que aparezcan en el fragmento, sino utilizar nuestras propias palabras y ser originales en lo que estemos diciendo.

4. Es importante relacionar el texto con todo aquello que ya sabemos: vivencias, conocimientos relativos a otras materias, películas, libros, canciones… En definitiva, debemos demostrar que poseemos una formación cultural suficientemente amplia y que somos capaces de situar en ella el texto que estamos comentando.

5. Tus argumentos no deben convencer al evaluador, pero sí demostrar que se adecuan a lo que se espera de una persona de tu edad. Por este motivo, debes procurar que tus razonamientos no sean demasiado inmaduros o simplistas.

6. La valoración crítica y la opinión personal deben estar muy presentes en el comentario. Desarróllalas siempre que sea posible y no tengas miedo a decir lo que piensas.

b) Estructura del comentario.
La evaluación del comentario se hace de forma global y puede alcanzar hasta un máximo de cuatro puntos. Esto quiere decir que el evaluador podrá repartir esos cuatro puntos como estime conveniente. Aún así, la estructura de partida de nuestro comentario se debe ajustar a los siguientes aspectos:

1. Comprensión del texto (hasta 1 punto). Debes demostrarla, básicamente, en el resumen.

2. Organización de las ideas (hasta 1 punto). Separar las ideas en párrafos, incluir una conclusión adecuada al contenido, redactar de forma fluida… En definitiva, demostrar que sabes lo que estás diciendo.

3. Valoración crítica y opinión personal (hasta 2 puntos). Aquí debes demostrar comprensión, madurez y capacidad para expresar tus propias opiniones.

por Francisco García Morales
Asociación cultural ÁGORA-FEC

jueves, 21 de febrero de 2013

[Apuntes de Filosofía] LOCKE. Contextualización

El texto objeto de comentario es un fragmento del Capítulo 9 del Segundo tratado sobre el gobierno civil, del filósofo inglés John Locke (1.632- 1.704). La obra se divide en diecinueve capítulos subdivididos, a su vez, en diferentes parágrafos (el fragmento que se analiza en la PAU corresponde a los parágrafos 123-128 del Capítulo 9). El tema central de esta obra es el origen y fundamento del poder político y de la autoridad, que Locke sitúa en el pacto voluntario entre los súbditos: las relaciones de poder no dependen ni de la voluntad de dios ni del derecho de herencia, sino del acuerdo entre gobernantes y gobernados. Al hilo de esta temática, la obra aborda otras cuestiones de filosofía política entre las que podemos destacar las siguientes: estado de naturaleza y derecho natural; leyes naturales y leyes establecidas; división de poderes; derecho a la propiedad privada; derecho a la sublevación contra los gobiernos injustos…  El Segundo tratado sobre el gobierno civil forma parte de los Dos tratados sobre el gobierno civil, publicados en 1690, donde John Locke defiende los intereses del liberalismo a la luz de las reformas liberales introducidas a lo largo del Siglo XVII.

Otras obras del autor que guardan relación con las ideas expuestas en estos dos tratados son:

-Ensayos sobre la Ley de la Naturaleza, donde Locke defiende la existencia de unas leyes naturales que afectan a todos los hombres. Estas leyes pueden ser descubiertas mediante la razón.

-Ensayo sobre el entendimiento humano, investigación sobre los límites y las facultades de nuestro conocimiento.

-Tratado sobre el gobierno civil, dividido en dos partes. En el primer tratado niega la legitimidad del derecho divino de los reyes, ya que aceptarla implicaría aprobar la desigualdad entre las personas. En el segundo tratado desarrolla una teoría del pacto social como origen del Estado.

-Carta sobre la tolerancia, diversos escritos acerca de la separación entre la Iglesia y el Estado, un requisito que este autor considera imprescindible para toda sociedad democrática.

El pensamiento de Locke queda encuadrado dentro de la Filosofía Moderna. Los filósofos de este período centrarán sus reflexiones en el valor del conocimiento y la razón, dando una mayor importancia al individuo como sujeto de conocimiento. Tanto las matemáticas como las ciencias empíricas van a proporcionar el modelo metodológico de las dos líneas de pensamiento europeo más importantes en este período: Racionalismo y Empirismo. Locke formará parte de la corriente empirista, que se desarrolla entre los Siglos XVI y XVIII, junto a otros autores como Hume, Bacon o Berkeley. En el Siglo XVIII, Kant formulará magistralmente una síntesis entre Empirismo y Racionalismo que, en sus formas fundamentales, ha perdurado hasta nuestros días.

En el terreno de la filosofía política, Locke es uno de los principales representantes del liberalismo clásico. Las ideas liberales surgen a lo largo de los Siglos XVII y XVIII como una respuesta al poder ilimitado de la monarquía absoluta y de la Iglesia. El liberalismo, con su tendencia naturalista, se enfrentará al absolutismo de origen divino. Así mismo, las ideas liberales representan las exigencias de una burguesía emergente que ve en las antiguas formas de poder un obstáculo para su desarrollo económico, al mismo tiempo que quiere acceder al poder político que, antiguamente, sólo estaba en manos de la nobleza y el clero.

El pensamiento de Locke ha influido en multitud de autores posteriores. Su teoría del conocimiento fue recogida por Hume, quien la tomó como punto de partida para desarrollar su empirismo escéptico. Leibniz elaboró su propia teoría del conocimiento partiendo de una crítica a las ideas de Locke: restó importancia a la experiencia sensible y postuló la existencia de ideas innatas (aquellas que ya están en nuestra mente desde el momento de nacer). Las ideas políticas de Locke fueron recogidas por Rousseau en su obra El contrato social. También ejercieron una gran influencia en Montesquieu, quien llevó las ideas de Locke desde las islas británicas hasta el continente europeo. Adam Smith, Stuart Mill, David Ricardo o John Rawls, por poner sólo unos cuantos ejemplos, son otros de los autores que recibieron la influencia directa de las ideas de John Locke.

por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía