domingo, 4 de noviembre de 2012

PITÁGORAS DE SAMOS


A lo largo de las siguientes líneas vamos a intentar dibujar el rostro de otro gran pensador de la antigüedad, Pitágoras de Samos, uno más de los conocidos como “presocráticos”. La influencia de Pitágoras llega hasta nuestros días, pese a lo raro que esto pueda parecer, aún nos podemos encontrar con más de una persona que se declare pitagórico, si bien, como veremos, no podemos enmarcar estrictamente  ni a Pitágoras dentro de los pitagóricos, ni a los que se consideran pitagóricos dentro de los pitagóricos de la antigüedad que vamos a exponer.


            Pitágoras de Samos nació en el siglo VI a.n.e. en la isla del Egeo de la que heredó su nombre. Al parecer no fue en su isla natal donde llevó la más importante de sus proezas, sino que sería en la ciudad de Crotona donde, tras un exilio forzado, encontró el lugar idóneo para instaurar su asociación filosófico-político-religiosa por la que hoy día aún le recordamos. La creación de esta secta y todo lo que se relaciona con ella aparece como un reducto de resistencia “conservador” a las nuevas tendencias del pueblo helénico que caminaba hacia sistemas cada vez más “democráticos”, donde los aristócratas perdían parte de su poder y prestigio. Además, toda la figura del filósofo Pitágoras está envuelta en un halo de “misterio” al estilo de las religiones de redención, como veremos más adelante, donde Pitágoras aparecer como un “mesías” o, más bien, como uno de los hijos de Apolo. Poco más podemos señalar de este gran personaje al no haber escrito nada de su puño y letra, como hemos visto en anteriores publicaciones, la tradición oral aún se imponía en la mentalidad presocrática. Fue en la ciudad de Crotona donde los pitagóricos alcanzaron una mayor cota de poder, hasta el extremo de sufrir alrededor del año 500 a.n.e. una persecución y escarmiento por parte de los ciudadanos contrarios a la secta, fecha en la que hay quien señala la muerte de Pitágoras como víctima de estas acciones en las que prendieron fuego a las viviendas de los pitagóricos más representativos[i].
            Las referencias directas a Pitágoras no existen, siempre tendremos que ir a las fuentes que dicen tal o cual cosa de los pitagóricos, en Aristóteles, por ejemplo, no encontramos referencias directas a Pitágoras, sino que habla de los pitagóricos[ii]. Por tanto, lo más interesante es tratar de exponer los cimientos del pitagorismo, las ideas claves tras las que podemos intuir la presencia del fundador de la secta pitagórica. Por ejemplo, entre muchos de sus alimentos tabú como las habas cabe destacar que eran vegetarianos porque, como veremos más adelante, pensaban que las personas tenían “alma” (psyke) y que ésta transmigraba de animal en animal, por lo que si comías un animal posiblemente estuvieras comiéndote a alguna persona o futura persona. Entre las peculiaridades de la organización interna de la secta cabe destacar también que participaban por igual hombres y mujeres. Y varias cosas más archiconocidas y que se pueden encontrar en cualquier manual. Nosotros queremos hacernos eco de algunas cosas que consideramos más interesantes por su originalidad, por su repercusión o por ambas. Entre estas expondremos qué pensaba esta secta sobre el alma humana (psyke), qué entendía por “matemáticas” y la relación realidad-número y, por último, el “modo de vida pitagórico” como referente ético.
            Al parecer la secta de los pitagóricos debería mucho a su fundador la idea de que hay algo parecido al alma (psyke) que es individual, que comparte su “esencia” con la “esencia” del mundo (noûs), que es inmortal y, además, va de un cuerpo animado a otro “purificándose” y perfeccionándose[iii]. Comencemos con el concepto de “alma” que podrían tener los miembros activos de la secta que co-fundaron con Pitágoras esta escuela. Debemos tener presente, como dijimos cuando tratamos el tema de la psyke de Anaximandro, que no podemos buscar en las palabras presocráticas referentes exactos por los que transcribir o traducir a la actualidad. Para ello seguiremos la aproximación de Felipe Martínez Marzoa sobre este concepto, por encontrarlo pedagógicamente interesante[iv], en la que nos dice que debemos entender el alma como el límite de la persona. Vimos que entre los presocráticos se podía establecer que para que algo sea debe estar dentro de algo que no es, o lo que es lo mismo, que para que una persona pueda ser sí mismo primero debe alcanzar el estado de la “no presencia”, la invisibilidad subyacente en cada ser humano, lo que realmente define a tal o cual persona a través del tiempo no es su cuerpo cambiante, sino ese “logos” interior que perdura y que podemos reconocer en cualquier situación espacio temporal en la que nos encontremos, así sólo encontrará su figura real quien muera, quien vaya al Hades[v]. Queremos señalar la inercia por la que vemos en la hipótesis pitagórica de la existencia del alma y su transmigración una “contaminación” oriental, ya que podemos descubrir fácilmente que el pueblo helénico de aquella época tenía sus propios puntos de vista a este referente como muestra la obra de Homero, Hesíodo y los mismos ritos órficos. Los griegos tenían sus propias creencias e intuiciones sobre lo que pudiera ser el alma humana, su castigo y su premio por los crímenes o buenas acciones tras la muerte, su vuelta a la vida o su descanso o castigo más o menos eterno.  Lo original, por tanto, no está en introducir la concepción cíclica del alma, o ciertos hábitos “higiénicos” para purificar o mantener pura el alma, sino en la “matematización” de la realidad. Lo interesante de esta Psyke es su unión con  la esencia del mundo matemático, esta capacidad comprensiva de la realidad es producto de este origen ya que “lo semejante es conocido por lo semejante”[vi], dando al alma humana no solo una cualidad especial, sino que la inscribe dentro de la propia realidad del cosmos. La característica “cíclica” y “redentora” de la transmigración de esta psyke de un cuerpo a otro sólo señala la necesidad que Pitágoras tenía de asegurarse una posición privilegiada dentro de la secta y que muchos aristócratas  pudieran sentirse atraídos por sus enseñanzas. Pero es en el “noús”, en la inteligencia humana, donde reside la originalidad de la psyke pitagórica, es un alma principalmente “racional” y su redención y perfeccionamiento se lleva a cabo por el estudio y conocimiento de las matemáticas.
            Donde debemos poner el ojo para descubrir la brillantez de Pitágoras, por tanto, no es tanto en el hecho de las supersticiones propias de la secta como de esta inquietud por el estudio de las ciencias puras. Al fin y al cabo la “purificación” del alma se da a través del conocimiento y del estudio del “número”. De nuevo, no podemos asegurar que el Teorema de Pitágoras hubiera sido descubierto o descrito por primera vez por el filósofo en cuestión, pero tampoco esto es relevante. El estudio del número no se nos debe presentar como algo abstracto, sino como el estudio cualitativo de la realidad, así no debemos entender el “uno”, el “dos”, el “tres” o el “cuatro” como las realidades cuantitativas que aprendemos en la escuela, sino más bien como las características o cualidades de la realidad. El “uno” es la unidad, el uno mismo, y debemos entenderla contrapuesta con el “dos” o alteridad. El “tres” es el cierre ya que tres puntos forman la primera figura (el triángulo), mientras el “cuatro” da lugar al primer “sólido”. Es difícil para la mentalidad actual asimilar este tipo de perspectiva, y no cabe en estas líneas realizar un análisis exhaustivo de los principales estudios realizados sobre la aritmética y la geometría que no nos aporte una visión global de sus perspectivas. Por otro lado, si que debemos señalar  la crisis por la que esta secta pasó algún tiempo después de su fundación al descubrir la “inconmensurabilidad” de la diagonal del un triángulo rectángulo cuyos catetos sean igual a la unidad, los números irracionales supusieron para los pitagóricos un serio golpe en la estructura de la realidad. En otra línea de exposición, cabe señalar la importancia del conocimiento musical en la forma en que los pitagóricos entendían las matemáticas, las relaciones uno, dos, tres y cuatro, dentro de los intervalos de las notas musicales que describieron los antiguos presocráticos era una demostración para sus hipótesis. No era casualidad que estos cuatro primero números fueran los primeros en aparecer en el conocimiento de la música. Pitágoras hablaba de una “música de las esferas”, una música en la naturaleza que no percibíamos porque habíamos estado expuestos a ella desde el mismo momento nuestro nacimiento, y nuestros oídos se habían hecho sordos a esta música[vii].
            Para terminar la aproximación a Pitágoras de Samos y la escuela que fundó debemos hacer un alto para señalar el “modo de vida pitagórico”. Vimos unas líneas más arriba cómo se había establecido la relación hombre-cosmos a través de la naturaleza de la psyke, del alma humana, que gracias al “noús” podía conocer al mundo al estar ambos compuestos de la misma sustancia. Por tanto, el pitagórico ve en su práctica filosófica no sólo una satisfacción personal sino una forma de vida que el maestro Pitágoras había ejemplificado. En un corto período de tiempo la secta se fue organizando de una peculiar manera, dividiéndose entre “matemáticos” y “acusmáticos”. Los matemáticos eran los que se dedicaban al estudio propiamente dicho de la realidad, y sus enseñanzas eran aprendidas por el resto del grupo que se habían convertido en acusmáticos, en oyentes. Así las enseñanzas que los primeros daban a los segundos asentaban las costumbres propias de una institución, sólo con el conocimiento y con el cumplimiento de las “normas” que la élite da a los miembros de la secta es suficiente para alcanzar la purificación, no debemos olvida que estos miembros también son élite. Y entre los ciudadanos de la Grecia antigua se valoraba este esfuerzo y esta forma peculiar de vivir en torno a una serie de conceptos previos, aparecen como la primera forma de institución científica al igual que en la actualidad contamos con los científicos o expertos por un lado y los legos por otro.
            Podemos cerrar esta exposición señalando la riqueza de perspectivas que aportó Pitágoras al conocimiento de sus días, a la par que podemos hacernos eco de la influencia a lo largo de los siglos de sus ideas sobre la naturaleza matemática de la realidad, la organización divulgativa de su estructura, la peculiaridad del alma, la importancia de los valores éticos y de llevar una forma de vida acorde con determinados preceptos demostrados hacen merecedor a Pitágoras de Samos y su escuela de un lugar destacado en la Historia de la Filosofía Occidental.




[i] Página 9346 de la Gran Enciclopedia Universal Espasa (Biblioteca el Mundo), 2004. España.
[ii] Historia de la Filosofía Griega”. CAPÍTULO II: CIENCIA Y MÍSITICA. Wilhelm Capelle. Gredos. Madrid. 1992.
[iii] Hemos entrecomillado las palabras con las que nos expresamos con la intención de marcar que no es la palabra en sentido actual, ni con la significación actual, y que pretendemos aclararlas en lo que sigue.
[iv] Historia de la Filosofía Antigua. Felipe Martínez Marzoa. Akal. 2000. Madrid. Página 25 y ss.
[v] Ibídem: “Hades como a-idés: invisible”.
[vi] Historia de la Filosofía Griega”. CAPÍTULO II: CIENCIA Y MÍSITICA. Wilhelm Capelle. Gredos. Madrid. 1992.
[vii] Ibídem: “también los planetas producen una armonía cósmica de las esferas, que nosotros no oímos porque su sonido penetra incesantemente en nuestro oídos desde nuestro nacimiento”. Queremos remitir un par de direcciones web donde podéis encontrar los diferentes sonidos de los planetas registrados por la sonda Voyager: 
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=-MmWeZHsQzs#!

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