La tragedia, para Nietzsche, es el movimiento propio de la vida y la naturaleza. Es contradicción, vida y muerte, salud y enfermedad, alegría y tristeza, razón y locura. Contrarios que luchan entre sí y, a la vez, forman parte de una misma unidad, de un mismo todo. Nietzsche entiende la realidad al modo de Heráclito: todo fluye en un continuo devenir donde los contrarios luchan entre sí como partes de una misma unidad. Por eso, el sentido de la vida es trágico: porque lo incluye todo, bueno y malo, reconociendo que es imposible que escapemos de ello. Sólo aceptando lo trágico seremos capaces de disfrutar de la vida en toda su plenitud. De lo contrario, nos veremos obligados a refugiarnos en la negación de la vida a la que nos conducen la metafísica y las religiones.
La esencia del arte está compuesta por dos fuerzas complementarias: lo dionisíaco y lo apolíneo. Dioniso es el dios del vino, la embriaguez, los instintos, la irracionalidad, los impulsos, las pasiones, el entusiasmo, la vida, la noche, el desorden, la fiesta, la pasión, la unión con la naturaleza… Y la tragedia, representada de manera artística en el teatro, sobre todo en las obras de Esquilo. La inspiración artística, entendida como un acto espontáneo de la voluntad de creación, también está relacionada con el espíritu dionisíaco. Así, el artista trágico es una especie de médium en cuyas palabras se manifiestan los dioses. Apolo, por su parte, representa la luz, la razón, el día, la sobriedad, el trabajo, la forma, la belleza, el orden, la simetría, la proporción, la armonía… Por eso es el Dios de las ciencias, la filosofía y las artes plásticas.
La tragedia es el arte de lo dionisíaco. En ella se representan las pasiones humanas, los actos irracionales, los vicios y las miserias de las personas. La tragedia produce un sentimiento de catarsis, de purificación, en quienes participan en ellas. Tanto los actores como los espectadores experimentan un fortalecimiento de su estado anímico tras contemplar el retrato de la vida en toda su plenitud, sin rechazar ninguno de los aspectos que componen la vida. El arte trágico, dionisíaco, contiene el auténtico espíritu de los antiguos griegos, quines comprendían la esencia de su existencia y disfrutaban de ella sin dejar nada de lado.
por Francisco García Morales
Profesor de Filosofía
1 comentario:
Me ha servido de mucho, Gracias :)
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