martes, 27 de enero de 2015

DESCARTES. Noción 2. Alma y cuerpo. [Apuntes de Filosofía, 2º de Bachiller]

    El alma no es sino pensamiento: es una substancia finita cuyo único atributo o esencia es el pensamiento (juzgar, razonar, querer, imaginar, sentir; todos ellos actos conscientes: pensamiento y conciencia tienen la misma extensión; no hay lugar en el cartesianismo para el inconsciente). Por eso Descartes llama al alma res cogitans (cosa o substancia pensante). El tipo de razonamiento empleado por Descartes para demostrar que el pensamiento es el único atributo del alma se encuentra ya en Galileo: la ficción mental: “Puedo fingir mentalmente que no tengo cuerpo, y que no dependo del espacio (y no por ello dejaría de existir), pero no puedo fingir que no pienso; por tanto, lo que constituye mi esencia es pensar”.

El cuerpo (cualquier cosa material) es extensión: la extensión es su único atributo o esencia. Los modos propios del cuerpo son fundamentalmente, la figura y el movimiento (y reposo). Se acepta, por tanto, la subjetividad de las cualidades secundarias. Hay muchas cosas que hacen que la percepción de los sentidos sea oscura y confusa. Pero todo lo que percibimos clara y distintamente en las cosas corporales, lo relativo a la extensión y el movimiento, están verdaderamente en los cuerpos. La veracidad divina garantiza, lo que Galileo llamaba cualidades primarias. Las cualidades secundarias no sabemos con qué se corresponden exactamente, sólo sabemos que hay algo en los cuerpos que excita en nosotros esas ideas. De este modo, Descartes geometriza el mundo corpóreo pues sus cualidades pueden ser cuantificadas. Este es el mundo de la ciencia moderna.

Descartes emplea como sinónimos las palabras substancia y cosa (res): la substancia es lo concreto existente, lo propio de la substancia es la existencia, pero no cualquier forma de existencia, sino la existencia completa: no necesita de nada más que de ella misma para existir.

Descartes opera como los geómetras al definir la substancia: construye la definición de un modo totalmente a priori (como se construye la definición del círculo, por ejemplo), y no considera que tenga que justificarla. De esta definición se seguirá que sólo Dios es substancia, puesto que las criaturas necesitan de Dios para existir (Dios da la existencia -y luego la con­serva- a todas las criaturas). Pero una substancia finita no necesita, para existir, de ninguna otra substancia finita: el alma, por ejemplo, no necesita del cuerpo para existir; de aquí se sigue, el dualismo cartesiano.

La relación que mantiene nuestra alma o mente con nuestro propio cuerpo es una relación peculiar, distinta a la que mantiene con el resto de los cuerpos. Nos dice que no podemos entender esta relación como la que existe entre un piloto y su nave. La nave es algo exterior al piloto por lo que el conocimiento de lo que ocurre en el barco lo tiene el piloto como lo tiene del resto de cosas físicas. Sin embargo nosotros no experimentamos nuestro cuerpo de la misma manera, pues las modificaciones que éste sufre las sentimos “desde dentro”. Descartes habla de dos tipos de sensaciones, las externas y las internas. Mediante las primeras captamos los otros cuerpos (y el nuestro cuando nos vemos o nos oímos) mediante las internas lo captamos “desde dentro”. Por eso nos dice que el alma se extiende a lo largo de todo el cuerpo, aunque exista también un lugar privilegiado en donde parece concentrarse y en donde propiamente conecta el alma y el cuerpo: el cerebro y particularmente la glándula pineal. Descartes admite que el alma y el cuerpo se relacionan causalmente (cambios en el cuerpo producen cambios en el alma, cambios en el alma producen cambios en el cuerpo). 


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